Miren
bien esa pequeña figura erguida sobre su pedestal de bronce que mira
inquieta hacia algún lugar del espacio, porque en cualquier momento
tomará una decisión y reanudará su marcha. Ahora, se
encuentra en el centro de un lago infinito y una maravilla de las muchas
que existen en su universo ha captado su atención. ![]() Cada obra suya narra un acontecimiento decisivo, ese instante en el que el hombre que habita en el centro del universo llega a su momento de verdad. Aurora Cañero busca para el ser humano un lugar junto al corazón de la naturaleza y lo retrata allí donde no cabe más emoción que la que es suma de todas ellas. En estas esculturas no hay dramas ni pasiones, no se habla de alegrías y de tristezas, pero hay siempre una intensa emoción: la plenitud del olvido, la comunión con la verdad sobre uno mismo, un sentimiento tan hondo que nos taladra desde la inmensa fragilidad de estas figuras. |